Fuente:facebook,Historia Dominicana
En la República Dominicana, hay quienes gozan distorsionando la realidad difundiéndola con vestido de mala nueva.
Predican la crisis, fomentan la controversia, y hacen todo lo que está a su alcance para intentar contagiar al país con el virus del pesimismo y la derrota.
Son los que quieren destrozar la moral de este pueblo y tenerlo listo para su entrega total....
Hay quienes, deseosos de destruir nuestra confianza en nosotros mismos, de arrasar nuestras señas de identidad, presentan día por día un espejo a nuestro pueblo, donde el pueblo se mira y no se reconoce, ni en su ser, ni en sus valores, ni en su vida sosegada y creadora.
Este pueblo tiene que empezar a enseñarle, a los que lo quieren manipular, que sus valores nacen de los orígenes mismos de su ser.
Este pueblo tiene que empezar a buscarse por dentro, a reconocerse con orgullo, a exigir ser respetado como es. Pero, para eso, lo primero que tiene que hacer es levantarse y mirarse en un espejo nuevo y cristalino... En el espejo generoso de sus señas de identidad.
Y vamos a llegar lejos. Yo quiero ver el espíritu de este pueblo henchirse como velas náuticas con vientos de bonanza.
Yo quiero ver un pueblo lanzarse a los límites de sus posibilidades sin amarras, a correrse la aventura del destino.
Y no son sueños de grandeza, ni nacionalismos trasnochados, sino proyección de realidad de un pueblo.
Aquí hay poder y ese poder viene de dentro, para hacer futuro como nosotros lo queremos. No un futuro que vamos a copiar de otros, sino el futuro de una familia grande que confronta unida los problemas del desarrollo y la modernidad conforme a sus valores y al sentir de esta tierra nuestra.
Hablo de un pueblo que con la fuerza de su espíritu emerge, se afirma, que bate como el mar contra la roca, y embiste como el toro; un pueblo que se supera y crece frente a toda adversidad.
Un pueblo grande en su espíritu, solidario en su propósito, y fiel a sí mismo.
Esa es la República Dominicana que quiero ver.
Confiada en sí misma, ilimitada en su horizonte, respetuosa de otros, de igual a igual con sus conciudadanos del mundo, decidida a crearse un futuro que sea hijo de sus esencias, de sus entrañas, de su identidad y de su cultura.
En la República Dominicana, hay quienes gozan distorsionando la realidad difundiéndola con vestido de mala nueva.
Predican la crisis, fomentan la controversia, y hacen todo lo que está a su alcance para intentar contagiar al país con el virus del pesimismo y la derrota.
Son los que quieren destrozar la moral de este pueblo y tenerlo listo para su entrega total....
Hay quienes, deseosos de destruir nuestra confianza en nosotros mismos, de arrasar nuestras señas de identidad, presentan día por día un espejo a nuestro pueblo, donde el pueblo se mira y no se reconoce, ni en su ser, ni en sus valores, ni en su vida sosegada y creadora.
Este pueblo tiene que empezar a enseñarle, a los que lo quieren manipular, que sus valores nacen de los orígenes mismos de su ser.
Este pueblo tiene que empezar a buscarse por dentro, a reconocerse con orgullo, a exigir ser respetado como es. Pero, para eso, lo primero que tiene que hacer es levantarse y mirarse en un espejo nuevo y cristalino... En el espejo generoso de sus señas de identidad.
Y vamos a llegar lejos. Yo quiero ver el espíritu de este pueblo henchirse como velas náuticas con vientos de bonanza.
Yo quiero ver un pueblo lanzarse a los límites de sus posibilidades sin amarras, a correrse la aventura del destino.
Y no son sueños de grandeza, ni nacionalismos trasnochados, sino proyección de realidad de un pueblo.
Aquí hay poder y ese poder viene de dentro, para hacer futuro como nosotros lo queremos. No un futuro que vamos a copiar de otros, sino el futuro de una familia grande que confronta unida los problemas del desarrollo y la modernidad conforme a sus valores y al sentir de esta tierra nuestra.
Hablo de un pueblo que con la fuerza de su espíritu emerge, se afirma, que bate como el mar contra la roca, y embiste como el toro; un pueblo que se supera y crece frente a toda adversidad.
Un pueblo grande en su espíritu, solidario en su propósito, y fiel a sí mismo.
Esa es la República Dominicana que quiero ver.
Confiada en sí misma, ilimitada en su horizonte, respetuosa de otros, de igual a igual con sus conciudadanos del mundo, decidida a crearse un futuro que sea hijo de sus esencias, de sus entrañas, de su identidad y de su cultura.
Predican la crisis, fomentan la controversia, y hacen todo lo que está a su alcance para intentar contagiar al país con el virus del pesimismo y la derrota.
Son los que quieren destrozar la moral de este pueblo y tenerlo listo para su entrega total....
Hay quienes, deseosos de destruir nuestra confianza en nosotros mismos, de arrasar nuestras señas de identidad, presentan día por día un espejo a nuestro pueblo, donde el pueblo se mira y no se reconoce, ni en su ser, ni en sus valores, ni en su vida sosegada y creadora.
Este pueblo tiene que empezar a enseñarle, a los que lo quieren manipular, que sus valores nacen de los orígenes mismos de su ser.
Este pueblo tiene que empezar a buscarse por dentro, a reconocerse con orgullo, a exigir ser respetado como es. Pero, para eso, lo primero que tiene que hacer es levantarse y mirarse en un espejo nuevo y cristalino... En el espejo generoso de sus señas de identidad.
Y vamos a llegar lejos. Yo quiero ver el espíritu de este pueblo henchirse como velas náuticas con vientos de bonanza.
Yo quiero ver un pueblo lanzarse a los límites de sus posibilidades sin amarras, a correrse la aventura del destino.
Y no son sueños de grandeza, ni nacionalismos trasnochados, sino proyección de realidad de un pueblo.
Aquí hay poder y ese poder viene de dentro, para hacer futuro como nosotros lo queremos. No un futuro que vamos a copiar de otros, sino el futuro de una familia grande que confronta unida los problemas del desarrollo y la modernidad conforme a sus valores y al sentir de esta tierra nuestra.
Hablo de un pueblo que con la fuerza de su espíritu emerge, se afirma, que bate como el mar contra la roca, y embiste como el toro; un pueblo que se supera y crece frente a toda adversidad.
Un pueblo grande en su espíritu, solidario en su propósito, y fiel a sí mismo.
Esa es la República Dominicana que quiero ver.
Confiada en sí misma, ilimitada en su horizonte, respetuosa de otros, de igual a igual con sus conciudadanos del mundo, decidida a crearse un futuro que sea hijo de sus esencias, de sus entrañas, de su identidad y de su cultura.
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