Confieso que no soy periodista. Aunque dentro de mi subyace el periodista que hace años se formó, a fuerza de romper y rehacer cuartillas, en un destacado noticiario radial de la ciudad de Santiago.
Ahí aprendí que el periodismo no es una moda, que no debe ejercerse para satisfacer el ego o para idolatrar a personas o grupos a los cuales se les sirve por “un pedazo de pan”.
El ejercicio del periodismo responsable, ético, y moral está fundamentado en el apego a principios que se colocan muy por encima de la “servidumbre” a que se someten algunos que se hacen llamar a sí mismo comunicadores o periodistas.
La comunicación y el periodismo de estos tiempos -no todos los comunicadores son periodistas, ni todos los periodistas son comunicadores- están muy permeado por el poder de grupos y personas que su único interés es hacer valer sus posiciones, aún a sabiendas de que las mismas son erradas o falsas.
¡Que pena, que jóvenes que pueden trillar un camino de decencia y de servicio a la comunidad prefieran ir por otros senderos!
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