Por Andres Acevedo
Hablar del joven grabador, pintor y escultor Leo Núñez, es como establecer una conversación con los ángeles. Digo esto, porque este artista de las artes visuales de Santiago de los Caballeros era un ser humano sincero, en cuya interioridad no moraba la arrogancia ni la confrontación, defectos estos que caracterizan a muchos artistas.
Sus grabados, pinturas y esculturas son muestras de que sus motivaciones artísticas estaban llenas de preocupaciones místicas. Conocí a Leo Núñez cuando éste estudiaba artes visuales en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en el año de 1992, que aún funcionaba en la calle Duvergé No.14. En aquel lugar empezó nuestra amistad, la que mantuvimos hasta su inesperada partida. Este excepcional creador hizo del bosque su universo inspirador, su arte.
De su pasión por nuestra flora y fauna me di cuenta por los frecuentes viajes que hacíamos a San José de las Matas, Jánico, Constanza, Jarabacoa, Diego de Ocampo, Pico Duarte, Jamao, Villa González, Quinigua, Baitoa, La Ensenada y Montecristi. Le fascinaba contemplar el paisaje y se visualizaba a sí mismo como naturaleza misma.
Leo Núñez me contaba con entusiasmo vivencias juveniles de su Baitoa, de la casona de sus abuelos, de la celebración de las fiestas patronales, del proceso y fabricación de andullos y de muchas otras cosas acontecidas en aquel pequeño pueblo situado al sur de la ciudad de Santiago.
Leo llegó a expresar lo siguiente: “De noche, cuando era niño, solía perderme en el bosque, Baitoa era entonces una pequeña aldea rodeada de montañas. Al salir de allí, nunca imaginé que uno se llevara entero el paisaje de su infancia. Así ando yo, con ese pueblito mágico colgado, no en mi hombro, sino en mi alma”.
El tiempo nunca fue obstáculo cuando se disponía concretar un proyecto. Compartía su sueño, su idealismo del arte, su propuesta, su universo creador con sus amigos artistas: Chiqui Mendoza, Ernesto Rodríguez, Ricardo Toribio, Tony Saint Hilaire, Juan Gutiérrez, Tony de los Santos, Josué Gómez Estrella, José Germán Salcedo, Eridelvis López, Jairo Ferreiras, Nelson Batista, Joan Vidal, Carmen Herrera, Alejandra Brito y Géminis Castillo.
Leo Núñez estuvo dispuesto al aprendizaje y a la enseñanza, era un creador con una filosofía dinámica de la vida. Su pensamiento nunca fue obnubilado por ideas absurdas de que le estuvieran copiando sus técnicas. Leo Núñez aceptó con humildad sugerencias, sabía que siempre había cosas importantes que aprender de los demás, especialmente de las personas sencillas.
Sus obras están llenas de espontáneas y profundas emociones conceptuales. Sus temáticas testimonian su amor por la naturaleza. Sus técnicas monocromáticas y el uso del color ocre, muestran cuanto amaba Leo Núñez nuestro planeta.
Fue un artista de condiciones creadoras extraordinarias, murió de forma sorpresiva (como a veces funciona la agenda sin fecha de la muerte) el 4 de marzo de 2002, a los 28 años de edad, dejando entre sus compañeros y el arte, una ausencia desoladora e insustituible.
Leo Núñez trabajó de forma tesonera para que reinara la hermandad entre los artistas plásticos de Santiago de los Caballeros, organizó fiestas, conferencias, coloquios, encuentro con artistas plásticos nacionales consagrados, exposiciones colectivas e individuales, viajes a montañas, ríos, playas y campos, impartió talleres de grabado en su estudio, poniendo él los materiales que se utilizaban en el mismo. Su taller-estudio, ubicado en el tercer nivel de la calle Duarte No. 22, facilitado por nuestro amigo Romeo Dumit, fue un centro de tertulia permanente para los dedicados a la creación de diferentes manifestaciones artísticas.
Leo Núñez demostró tener disciplina y capacidad creadora. Por eso con su deceso, deja una obra representativa, admirable en cuanto a su valor estético y temático, una obra perdurable y sincera como fue siempre todo lo de Leo Núñez.
Nota:Las siguientes imagenes aqui publicadas fueron plasmadas y firmada por nuestro artista
místico Baitoero Leo Núñez. y no corresponden al escrito de arriba.
Por Andres Acevedo
Hablar del joven grabador, pintor y escultor Leo Núñez, es como establecer una conversación con los ángeles. Digo esto, porque este artista de las artes visuales de Santiago de los Caballeros era un ser humano sincero, en cuya interioridad no moraba la arrogancia ni la confrontación, defectos estos que caracterizan a muchos artistas.
Sus grabados, pinturas y esculturas son muestras de que sus motivaciones artísticas estaban llenas de preocupaciones místicas. Conocí a Leo Núñez cuando éste estudiaba artes visuales en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en el año de 1992, que aún funcionaba en la calle Duvergé No.14. En aquel lugar empezó nuestra amistad, la que mantuvimos hasta su inesperada partida. Este excepcional creador hizo del bosque su universo inspirador, su arte.
De su pasión por nuestra flora y fauna me di cuenta por los frecuentes viajes que hacíamos a San José de las Matas, Jánico, Constanza, Jarabacoa, Diego de Ocampo, Pico Duarte, Jamao, Villa González, Quinigua, Baitoa, La Ensenada y Montecristi. Le fascinaba contemplar el paisaje y se visualizaba a sí mismo como naturaleza misma.
Leo Núñez me contaba con entusiasmo vivencias juveniles de su Baitoa, de la casona de sus abuelos, de la celebración de las fiestas patronales, del proceso y fabricación de andullos y de muchas otras cosas acontecidas en aquel pequeño pueblo situado al sur de la ciudad de Santiago.
Leo llegó a expresar lo siguiente: “De noche, cuando era niño, solía perderme en el bosque, Baitoa era entonces una pequeña aldea rodeada de montañas. Al salir de allí, nunca imaginé que uno se llevara entero el paisaje de su infancia. Así ando yo, con ese pueblito mágico colgado, no en mi hombro, sino en mi alma”.
El tiempo nunca fue obstáculo cuando se disponía concretar un proyecto. Compartía su sueño, su idealismo del arte, su propuesta, su universo creador con sus amigos artistas: Chiqui Mendoza, Ernesto Rodríguez, Ricardo Toribio, Tony Saint Hilaire, Juan Gutiérrez, Tony de los Santos, Josué Gómez Estrella, José Germán Salcedo, Eridelvis López, Jairo Ferreiras, Nelson Batista, Joan Vidal, Carmen Herrera, Alejandra Brito y Géminis Castillo.
Leo Núñez estuvo dispuesto al aprendizaje y a la enseñanza, era un creador con una filosofía dinámica de la vida. Su pensamiento nunca fue obnubilado por ideas absurdas de que le estuvieran copiando sus técnicas. Leo Núñez aceptó con humildad sugerencias, sabía que siempre había cosas importantes que aprender de los demás, especialmente de las personas sencillas.
Sus obras están llenas de espontáneas y profundas emociones conceptuales. Sus temáticas testimonian su amor por la naturaleza. Sus técnicas monocromáticas y el uso del color ocre, muestran cuanto amaba Leo Núñez nuestro planeta.
Fue un artista de condiciones creadoras extraordinarias, murió de forma sorpresiva (como a veces funciona la agenda sin fecha de la muerte) el 4 de marzo de 2002, a los 28 años de edad, dejando entre sus compañeros y el arte, una ausencia desoladora e insustituible.
Leo Núñez trabajó de forma tesonera para que reinara la hermandad entre los artistas plásticos de Santiago de los Caballeros, organizó fiestas, conferencias, coloquios, encuentro con artistas plásticos nacionales consagrados, exposiciones colectivas e individuales, viajes a montañas, ríos, playas y campos, impartió talleres de grabado en su estudio, poniendo él los materiales que se utilizaban en el mismo. Su taller-estudio, ubicado en el tercer nivel de la calle Duarte No. 22, facilitado por nuestro amigo Romeo Dumit, fue un centro de tertulia permanente para los dedicados a la creación de diferentes manifestaciones artísticas.
Leo Núñez demostró tener disciplina y capacidad creadora. Por eso con su deceso, deja una obra representativa, admirable en cuanto a su valor estético y temático, una obra perdurable y sincera como fue siempre todo lo de Leo Núñez.
Hablar del joven grabador, pintor y escultor Leo Núñez, es como establecer una conversación con los ángeles. Digo esto, porque este artista de las artes visuales de Santiago de los Caballeros era un ser humano sincero, en cuya interioridad no moraba la arrogancia ni la confrontación, defectos estos que caracterizan a muchos artistas.
Sus grabados, pinturas y esculturas son muestras de que sus motivaciones artísticas estaban llenas de preocupaciones místicas. Conocí a Leo Núñez cuando éste estudiaba artes visuales en la Escuela de Bellas Artes de Santiago, en el año de 1992, que aún funcionaba en la calle Duvergé No.14. En aquel lugar empezó nuestra amistad, la que mantuvimos hasta su inesperada partida. Este excepcional creador hizo del bosque su universo inspirador, su arte.
De su pasión por nuestra flora y fauna me di cuenta por los frecuentes viajes que hacíamos a San José de las Matas, Jánico, Constanza, Jarabacoa, Diego de Ocampo, Pico Duarte, Jamao, Villa González, Quinigua, Baitoa, La Ensenada y Montecristi. Le fascinaba contemplar el paisaje y se visualizaba a sí mismo como naturaleza misma.
Leo Núñez me contaba con entusiasmo vivencias juveniles de su Baitoa, de la casona de sus abuelos, de la celebración de las fiestas patronales, del proceso y fabricación de andullos y de muchas otras cosas acontecidas en aquel pequeño pueblo situado al sur de la ciudad de Santiago.
Leo llegó a expresar lo siguiente: “De noche, cuando era niño, solía perderme en el bosque, Baitoa era entonces una pequeña aldea rodeada de montañas. Al salir de allí, nunca imaginé que uno se llevara entero el paisaje de su infancia. Así ando yo, con ese pueblito mágico colgado, no en mi hombro, sino en mi alma”.
El tiempo nunca fue obstáculo cuando se disponía concretar un proyecto. Compartía su sueño, su idealismo del arte, su propuesta, su universo creador con sus amigos artistas: Chiqui Mendoza, Ernesto Rodríguez, Ricardo Toribio, Tony Saint Hilaire, Juan Gutiérrez, Tony de los Santos, Josué Gómez Estrella, José Germán Salcedo, Eridelvis López, Jairo Ferreiras, Nelson Batista, Joan Vidal, Carmen Herrera, Alejandra Brito y Géminis Castillo.
Leo Núñez estuvo dispuesto al aprendizaje y a la enseñanza, era un creador con una filosofía dinámica de la vida. Su pensamiento nunca fue obnubilado por ideas absurdas de que le estuvieran copiando sus técnicas. Leo Núñez aceptó con humildad sugerencias, sabía que siempre había cosas importantes que aprender de los demás, especialmente de las personas sencillas.
Sus obras están llenas de espontáneas y profundas emociones conceptuales. Sus temáticas testimonian su amor por la naturaleza. Sus técnicas monocromáticas y el uso del color ocre, muestran cuanto amaba Leo Núñez nuestro planeta.
Fue un artista de condiciones creadoras extraordinarias, murió de forma sorpresiva (como a veces funciona la agenda sin fecha de la muerte) el 4 de marzo de 2002, a los 28 años de edad, dejando entre sus compañeros y el arte, una ausencia desoladora e insustituible.
Leo Núñez trabajó de forma tesonera para que reinara la hermandad entre los artistas plásticos de Santiago de los Caballeros, organizó fiestas, conferencias, coloquios, encuentro con artistas plásticos nacionales consagrados, exposiciones colectivas e individuales, viajes a montañas, ríos, playas y campos, impartió talleres de grabado en su estudio, poniendo él los materiales que se utilizaban en el mismo. Su taller-estudio, ubicado en el tercer nivel de la calle Duarte No. 22, facilitado por nuestro amigo Romeo Dumit, fue un centro de tertulia permanente para los dedicados a la creación de diferentes manifestaciones artísticas.
Leo Núñez demostró tener disciplina y capacidad creadora. Por eso con su deceso, deja una obra representativa, admirable en cuanto a su valor estético y temático, una obra perdurable y sincera como fue siempre todo lo de Leo Núñez.
Nota:Las siguientes imagenes aqui publicadas fueron plasmadas y firmada por nuestro artista
místico Baitoero Leo Núñez. y no corresponden al escrito de arriba.
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