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lunes, 30 de septiembre de 2013

Carta abierta al Tribunal Constitucional: su sentencia no invalida la dominicanidad

Fuente:elmunicipio.com.do

Domingo Matías
Sres. Jueces del Tribunal Constitucional
"Protectores de la Patria Nueva":
Les escribo a ustedes jueces con el propósito de hacer algunos comentarios sobre la sentencia 168-13. Por más vuelta que los juristas le den al asunto es entendible que ustedes sentenciaron que los dominicanos que son hijos de aquellos extranjeros que permanecen en el país de manera ilegal no adquieren la nacionalidad dominicana, aunque hayan nacido en el territorio nacional. Es como decir "soy dominicano, pero no soy" o "soy de aquí, pero no soy".
Les informo que tengo la información de parte de mucha gente que me dicen que los sectores conservadores y de la derecha dominicana continúan apuntándose victoria en la negación de derechos. También tengo la información de que hay un plan para quitar la cédula de identidad y electoral a José Francisco Peña Gómez, porque nació el 6 de marzo del 1937, es decir, 8 años después de la fecha limite que ustedes señalan para que un descendiente de extranjero pueda ser reconocido como dominicano. Es decir que el presidente del Tribunal Constitucional tenía a Peña Gómez engañado haciéndole creer que era dominicano. Dicen por acá que usted se aprovechó del liderazgo de ese buen dominicano, aunque usted subrepticiamente lo consideraba haitiano..
En su dictamen, señores jueces, hay un impacto directo en la legalidad de los dominicanos, hijos de haitianos, todos pobres. Algunos abogados intrusos y parcializados con los intereses del país han tratado de rebatirle su "irrebatible sentencia". Esos abogados están parcializados y son pro haitianos, dirán los vinchistas. Pero yo no quiero escribir sobre asuntos legales porque ustedes los defensores de la coherencia que debe haber entre las leyes y la Constitución dominicana, benefactores de la patria, estudiado y expertos constitucionalistas, llevado a su posición, no sólo por méritos propios sino por decisiones politiqueras y faraónicas; no pueden ser juzgados. Sin embargo, una sentencia no tiene la más mínima posibilidad de borrar la dominicanidad, su identidad cultural. En este sentido ustedes serán unos fracasados. La cultura no se construye con sentencia ni hay leyes que la hagan vulnerable. La cultura y la identidad nacional es el producto de un proceso histórico y de interacción social entre los seres humanos.
Señores jueces, universalmente las personas son del lugar donde nacen. El público que lee esta nota lo sabe muy bien, que donde usted nació y se crió es uno de sus mejores recuerdos. Usted se siente orgulloso de decir en qué barrio o  municipio  nació. La sentencia del Tribunal Constitucional está negando ese derecho, ese orgullo, esa identidad territorial; pero dicha la sentencia 168-13 no es viable ni factible. No lo es porque el ser dominicano no se determina exclusivamente por tener un acta de nacimiento o una cédula, se determina por el sentimiento , la vivencia y la identificación con la creación de los valores culturales que definen una nación.
También tengo para decirle que la memoria histórica de un pueblo responde a la fijación en el imaginario social de hechos y acontecimientos sucedidos en un espacio y tiempo determinado, ese espacio se llama República Dominicana. Su sentencia, señores jueces del Tribunal Constitucional, nunca podrá borrar la asimilación e interiorización de los símbolos históricos fijados en la conciencia de los dominicanos, que son hijos de haitianos, y  que han sido educado en las escuelas dominicanas. Tampoco será borrada por el poder conservador de los artífices de la sentencia del Tribunal Constitucional el registro en su memoria de la historia de los aborígenes y de las luchas de independencia contra el poder dominante haitiano, español y gringo. Esa es la historia que han aprendido los hijos e hijas dominicanos que ustedes han sentenciado a la exclusión social y a la condición de apátrida. Ustedes reprodujeron el modelo soviético que por decreto y razones políticas le negó la nacionalidad a los rusos blancos en el año 1922, lo cual fue revertido posteriormente.
Tengan ustedes claro que una sentencia no rompe el vinculo dialéctico entre la sociedad y los individuos afectados. La xenofobia y el racismo mediático y la apuesta segregacionista  no tendrán éxito, porque la identidad cultural es un cuerpo que se estructura mediante procesos de socialización histórico.
Señores jueces, los vínculos afectivos creados  y el intercambio cotidiano de valores son irrompibles. Las cuestiones espirituales no he posible desterrarla con una sentencia. Los dominicanos, hijos de haitianos, leen y escriben en español, practican las religiones occidentales, su cultura alimenticia no es diferente a la de ustedes, sus músicas, sus ritmos, su bandera, el escudo, su manera de hablar y compartir nunca serán enterradas por una sentencia.
Ustedes que tuvieron la oportunidad y el derecho de estudiar y que su sentencia le niega ese derecho a los dominicanos, hijos de los haitianos, tienen que saber  que los códigos y normas comunes responden a todos los nacidos acá y a todos aquellos inmigrantes que determinaron asimilarse a los mismos, aunque naturalmente preserven los códigos de su nación de origen. Haitianos, colombianos, chilenos, brasileños, peruanos, argentinos, Etc. nacidos y criados acá asumen los códigos y las normas comunes. Su identidad es dominicana y por una sentencia del TC no dejarán de serlo. Sus padres y sus madres no nacidos en RD y que se criaron en su país de origen responden a una identidad simbiótica, es decir mezcla entre la auto preservación de su cultura originaria y la dominicano; lo cual enriquece la cultura dominicana.
Señores jueces, también hay que decirle, que su sentencia crea y amplia la base del resentimiento, del odio y la exclusión. Provoca un perverso daño al autoestima y al orgullo de ser dominicano. El sufrimiento de los afectados, como consecuencia de su sentencia, impacta enormemente el desequilibrio emocional, el cual es inconmensurable e ilimitado. Si hubieran normativas, leyes, tribunales de defensa del equilibrio emocional de la población, ustedes deberían ser sentenciado por daño a la salud y a la psicología social.
Quiero terminar esta carta diciéndole que la sentencia 168-13 es una condena cuyo resultado significa profundizar y ampliar la brecha de la desigualdad social. Una parte importante de  niños y jóvenes dominicanos estarán impedido de inscribirse en las escuelas, otros no podrán ir a la universidad, otros no podrán trabajar, otros se enfermarán. Esta sentencia colocará al país en la ruta de ampliación del analfabetismo, el desempleo, la inseguridad, la baja productividad. El cierre de oportunidades a miles de dominicanos es una contribución al derrumbe del paradigma del desarrollo humano, ese será su legado.
Atentamente,
Domingo Matías

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