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martes, 13 de agosto de 2013

"Represento el silencio de mi comunidad"

Entrevista a Junot Díaz-fuente:letraslibres.com

"Represento el silencio de mi comunidad"

Son diecinueve cuentos y una novela. Son un premio Pulitzer, una beca MacArthur y otros premios y otras becas que comprometerían la brevedad de esta introducción. Es el nombre Junot Díaz y los estadounidenses que se esfuerzan en acentuar Díaz a cambio de pronunciar Yúno, el escritor dominicano que nació en 1968 y fue escupido por el Mar Caribe hasta Nueva Jersey en 1974. Seis años después, mientras leía una biografía de Thomas Alva Edison, aprendió que todos los hombres se equivocan, que las bombillas, como el amor, se funden indistintamente en el destello y en la oscuridad. El protagonista reincidente de Los boys (Debolsillo, 2009) y La maravillosa vida breve de Óscar Wao (Mondadori, 2007) se llama Yunior y vuelve sobre los pasos de la infidelidad y el enamoramiento en Así es como la pierdes (Mondadori), su libro más reciente. Son nueve cuentos y una misma estupidez llamada amor. O algo asi.

¿Ya te aburriste de responder si eres un escritor latino o estadounidense?
Claro que me importa esa pregunta. Es un tema muy interesante para mí, porque el inmigrante representa algo que esa pregunta no puede integrar. La simultaneidad del inmigrante significa que gente como yo pertenece a esas dos culturas, que yo pertenezco a la cultura dominicana y a la cultura gringa. A veces me preguntan cuál de las dos está ganando y yo respondo que esta vaina no es una competición Es como una familia utópica donde un padre dice que no tiene hijo favorito.
Sé que si tengo hijos que nazcan en este país sí se van a sentir gringos, pero yo como inmigrante nunca me podré sentir como un gringo aunque haya vivido tantos años aquí. Nunca me he sentido cómodo en este país y no digo “cómodo” como quien está sentado en una silla buena, lo digo porque siempre estoy pendiente de lo que estoy diciendo en inglés. Un amigo mío lo define como estar gago, como tener un tartamudeo invisible que te obliga a pensar en cada palabra para no cagarla...
¿Todavía?
No hay duda. Tengo tres hermanos de casi la misma edad y cuando nos reunimos nos hemos preguntado: “Cuando termino una oración en inglés me pregunto después si lo he dicho bien, si no me confundí. ¿Ustedes se sienten así?”, y todos nos respondemos que sí, que es de lo más normal. Por eso la pregunta de la nacionalidad tiene que ver con interlocutores que no conocen el trauma de ser inmigrante. Porque eso es un trauma. A quien no conoce inmigrantes le parece que eso es raro, que es una invención, que es una muela, por eso te digo que a veces me siento viviendo simultaneously en los dos países. Para mí lo normal es pertenecer a dos pueblos.
¿Cuál era la presencia de libros en español en la biblioteca de tu casa? ¿Cómo fue tu relación con Pedro Mir, Juan Bosch, Pedro Vergés?
Mi papá tenía su biblioteca y se postulaba como intelectual, así que tenía en la casa todo lo que los dominicanos consideramos “los clásicos”. Ahí estaba Pedro Mir, claro, tenía los cuentos de Bosch, los libros asquerosos de Joaquín Balaguer. Tenía algunos libros de escritores políticos que escribían sobre la guerra civil, que a él le interesaba mucho porque había peleado ahí. Así que por un lado yo tenía esos libros en la casa y para mí eso significaba Santo Domingo.
Un poco traumático...
Era una confusión, porque yo no entendía el contexto. Leía poesía porque era más fácil, pero los libros de historia y política eran un misterio, eran como el secret archive. Por otro lado tenía los libros en inglés, con los que me sentía más cómodo, y de esos sí que leía de todo, de to-do. Muchísima historia, muchísima ficción, muchísima novela policiaca, que ahora ni leo, pero me encantaba cuando tenía once y doce años.
Mucho contraste. Por un lado ese país nuevo que te estaba llenando de información y, por otro, República Dominicana, con el silencio que dejan las dictaduras y las versiones oficiales.
En la familia mía no se hablaba de la dictadura porque mi mamá estaba en contra y mi papá estaba a favor, entonces fue un tema que no se tocaba, muy traumático. Pero en Estados Unidos no todo era abierto. Nadie quería hablar del racismo ni de esa brutalidad que es ser pobre aquí. Vivía en una comunidad latina y de African Americans, víctima de mucha mucha mierda. En la escuela siempre esperé que alguien me explicara eso, así que tanto en la casa como en mi vida social había silencios. De niño yo quería hablar porque cuando llegas a un país nuevo tratan de educarte y cuando me decían “no, nosotros no jugamos con prietos”, yo preguntaba por qué. “Los judíos son así y así”, y yo nunca había escuchado la palabra judío porque en Santo Domingo no había de esa vaina; no sé, tal vez dos o tres, pero no en mi barrio. Eran silencios complementarios, que se solapaban, y como escritor esos son los grandes silencios que trato de penetrar.
¿Por eso decidiste escribir tanto sobre las mujeres a partir del machismo? La mamá de Yunior, como ocurre en muchos matriarcados, se mueve en el silencio.
Yo me crié en una familia con una mamá superfuerte. La doña era muy fuerte, todavía es jodida la doña. Mis hermanas, igual, mujeres feroces, y para sobrevivir a esa cultura machista caribeña uno tiene que cultivar un feminismo muy poderoso, que venga de raíces muy profundas, de las mismas raíces que en el machismo justifican las dictaduras. La doña y mis hermanas eran así, entonces para sobrevivir me tocó entenderlas, me impactaron mucho y, por el otro lado, eran full timevíctimas de la misma mierda que a mí me molestaba: la desigualdad del inmigrante que además es mujer. Esas mujeres me pusieron en un sendero y, de no ser por ellas, no me habría interesado escribir tanto sobre lo femenino.
Seguro que la vaina también te sirvió en tu vida sexual. Te imagino como el latino del barrio que las entendía.
Creo que la responsabilidad de eso sí es de mi papá, el loco papá mío que me influyó así. Solo ver el modo en que sufrían mis hermanas y mi mamá me dio ethics, mientras que la identificación que tenía con mi papá me quitó la ética. Si tú nada más quieres raspar es mejor no tenerethics. Es mejor no tener nada de eso y mi mamá lo decía: “Mira, no te acerques a mi hijo que ese tigre es un cuero. Te va a pegar cuernos, te va a joder”, y yo miraba a mi mamá como diciendo “doña, no me estás ayudando mucho”. La ética jode el sexo.
En la superficie el sexo mueve la vida de Yunior. Según me has contado, lo primero que escribiste en tu vida también iba sobre el mismo tema. ¿Cuándo apareció Yunior?
Empezó cuando yo tenía veinticuatro años. Fue en una conversación con una amiga. Una amiga que era solo mi amiga. Tuve la suerte de tener mujeres en mi vida que no eran exnovias, mujeres que nunca meraspé y que eran mentors. Pues esta mujer, bien feminista, me dijo: “Tú siempre eres muy honesto cuando escribes ensayos, pero yo te conozco y eres el mentiroso más grande con las mujeres y con tu familia. Tú tienes que escribir sobre un hombre que cuando escribe es muy honesto y en su vida es un mentiroso.” Ahí mismo supe que eso es lo que estaba buscando, fue clave para organizar a Yunior como personaje útil. Esa es su biografía: un tigre que no puede mentir en la escritura mientras que en su vida no puede decir la verdad. Listo. Alrededor de eso tracé líneas para conformar una personalidad más sutil.
¿Y tienes un registro de su vida? ¿Tienes clara su biografía?
No hay duda. Empecé el proyecto pensando en escribir cuatro libros de cuentos que iban a formar una novela sobre la vida de Yunior. Ya terminé los primeros dos, tengo los otros dos pendientes y si el talento me alcanza y no me muero antes quizás pienso en un quinto libro. Tengo bastante bien elaborada su vida hasta los cincuenta, cuando ya él encuentra la habilidad de estar en una relación íntima. Ese será el momento para terminar con las historias sobre su vida. Su vida es sulove story, su incapacidad de encontrar amor. Sé cómo termina todo, ahora hay que ver si puedo escribirlo.

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